Mujeres, Migración y Resiliencia
Italia. Actualmente, las mujeres representan el 48% de los migrantes internacionales en todo el mundo y cada vez más mujeres migran solas, incluso como cabeza de familia. El creciente número de mujeres que migran de manera independiente se denomina a menudo “feminización de la migración”.
La Dirección de Investigaciones y Estudios del Instituto de los Dominicos en el Extranjero (INDEX) realiza cada año un Registro Sociodemográfico de los Dominicos en el mundo. Según este informe actualizado a 2023, los dominicanos y los que están en el extranjero son 2.846.716, de los cuales el 53,5% son mujeres y el 46,5% hombres.
Vale la pena subrayar que, independientemente del motivo, los migrantes dominicanos mantienen viva su cultura, los lazos con las comunidades de origen y permanecen conectados con los procesos sociopolíticos que está viviendo el país.
En este sentido, el INDEX ha representado un puente decisivo de conexión a través de proyectos y actividades que promueven dicha vinculación.
La presencia de los migrantes dominicanos en Italia se remonta a los años 90. Cabe recordar que existe una laguna en los estudios de investigación social sobre la realidad de la migración dominicana en Italia, donde alrededor del 62% son mujeres.
Las regiones con mayor presencia son, entre otras: Lombardía, Liguria, Véneto, Emilia-Romaña y Toscana. Según los datos del ISTAT, los residentes dominicanos registrados son aproximadamente 30.255 (este número no es real porque solo tiene en cuenta a los titulares de permiso de residencia), sin duda somos un número mayor.
A pesar del poco material escrito que he encontrado, vale la pena recordar que el proceso migratorio dominicano se presenta como una migración de tipo familiar, donde son las mujeres quienes toman primero la decisión de migrar; decisión que casi siempre implica la promesa de un futuro reencuentro con aquellos que permanecen en la comunidad de origen (hijos, esposos, hermanos, parientes, amigos, etc.).
Por cierto, en mi experiencia profesional en el campo de la mediación intercultural a través de la Asociación de mujeres latinoamericanas “Uniendo Raíces” Odv de la provincia de Aosta, (mujeres migrantes que ponen sus servicios a disposición de otras mujeres) he notado que en las entrevistas con ellas, las historias personales de cada una, independientemente del motivo, comienzan todas de la misma manera, es decir, con una maleta.
Una maleta llena de sueños, esperanzas, proyectos, promesas hechas a quienes se quedan, esperanzas, ambiciones que casi siempre terminan teniendo un final diferente. Y emigrar, para las mujeres dominicanas, significó el deseo de mejorar su situación y la de sus familias. Pero el motivo principal no es solo económico; en muchos casos la motivación para dejar su tierra y aventurarse en tierras extranjeras lejos de los afectos de sus seres queridos es el empoderamiento, el deseo de dejar atrás contextos familiares difíciles y a veces violentos, el sueño de recuperar la oportunidad de derribar esquemas rígidos de comportamiento, salir de relaciones de subordinación y reafirmarse en la sociedad.
Es difícil enumerar los desafíos difíciles que enfrentan las mujeres en su trayectoria migratoria: la decisión de partir, la distancia de sus seres queridos, el contexto desconocido, las barreras lingüísticas, la nostalgia, la pérdida de la red de apoyo, la búsqueda de trabajo, el dolor migratorio, la división entre “aquí” y “allá”, la pérdida de las raíces, la soledad, entre otros. Por eso, el peso del proceso de integración y adaptación a la nueva realidad a menudo tiene un impacto negativo en la salud física y mental de las mujeres migrantes.
Muchas veces las necesidades se ven amplificadas por la dificultad de encontrar respuestas adecuadas a las diferencias en la gestión de situaciones importantes de la vida, como las relaciones, la maternidad, la crianza de los hijos, en resumen, relaciones consideradas “normales para las mujeres italianas, que en realidad para las extranjeras” son complejas debido a múltiples factores.
Gran parte de las mujeres desempeñan actividades de cuidado de ancianos o personas en situación de necesidad con horarios difíciles, bajos salarios, etc., lo que les impide tener el tiempo necesario para dedicarse a sí mismas, a la familia así como a actividades formativas o recreativas. Muchas de las mujeres con las que he trabajado han tenido que enfrentar miles de dificultades, sobre todo trastornos psicoemocionales (ansiedad, insomnio, cansancio, pánico, en casos extremos depresión, entre otros).
A pesar de ello, un buen número de mujeres dominicanas han logrado resultados importantes en diversos ámbitos de la vida social italiana (comercio, artesanía, arte, cine, política, etc.). Otras han creado empresas en sus comunidades y otras más han ofrecido a sus hijos la posibilidad de estudiar o de realizar sueños que parecían imposibles.
A pesar de las dificultades burocráticas que existen en Italia, muchas de ellas han podido reconocer los títulos obtenidos en la RD y/o retomar los estudios, integrándose en espacios laborales importantes. Nuestras mujeres desarrollan una gran capacidad de resiliencia y, aunque las adversidades sean difíciles, son capaces de superar las barreras, responsabilizarse y alcanzar sus objetivos. En resumen, no siempre es posible llevar a cabo el propio proyecto de inmigración en poco tiempo y sin dificultades.
En conclusión, la migración no es solo un movimiento físico, es un viaje hecho de sueños, sacrificios y resiliencia. Hoy más que nunca debemos comprender que cada migrante lleva consigo una historia que merece ser escuchada, respetada y protegida.
10-09-2025
Autor: Martha Herrera Responsable de Investigaciones y Estudios ÍNDICE - Italia
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